Autor:
Manuel Aguirre
Ranking en Amazon: #0 (ayer: #0)
Páginas: 121
Descripción:
1956. En la frontera entre Perú y Bolivia los hombres conviven con la muerte día a día. El alférez Gerardo Arrieta, destacado como administrador de la hacienda Ninantaya, enfrenta problemas limítrofes evadiendo la violencia y el desamparo.
El tiempo no existe, solo las estaciones marcan el avance de los días. La mayoría de los pobladores habla aimara, y están más pendientes de los quehaceres del brujo Yatiri que de la autoridad militar. Arrieta se empeña en tareas casi imposibles de realizar con solo diez soldados a su cargo, acompañado del fiel mayordomo de la hacienda, Eleuterio, el único que habla castellano en el lugar. Lo que no sabe Arrieta es que Yatiri lo protegerá del mismo diablo.
* * *
Una bala en la frente, de Manuel Aguirre, revela un universo árido, en una frontera olvidada. La historia fragmentada, da vida propia a cada capítulo: cadetes envueltos en divertidas circunstancias en la escuela militar; sangrientos contrabandistas que gobiernan al pie del Titicaca; Yatiri, el brujo capaz de resucitar a un moribundo o vencer al diablo. El lector unirá los cabos de cada capítulo como las piezas de un fascinante rompecabezas. Una novela corta en la tradición de los mejores escritores latinoamericanos, que transmite al lector la intensidad de la concepción circular del tiempo en los Andes, así como la sensación de que nuestro destino ya fue escrito.
Fragmentos
«Ahora, una vez de regreso en su cuartelillo de Ninantaya, en medio de las borracheras profundas que le producirá el alcohol y en el adormecimiento que le traerá la coca, el oficial de caballería llorará y bailará en medio de una turba que se le aproxima montada sobre el recuerdo. Es un recuerdo que vendrá y atravesará su mente cada atardecer. Es una pesadilla que lo empujará contra las paredes de su cuarto o contra las piedras, cuando duerma en los cerros. Un sueño malo que deberá soñar con los ojos abiertos y ante el cual se tendrá que rendir, porque la visión vendrá con tanta fuerza que no la podrá evitar».
« Arrieta se arrodilló en el piso. Valdés escuchó cómo el alférez le daba instrucciones en el oído, con voz casi imperceptible. El sargento entendió que debía vestirse en absoluto silencio, abrigarse de la mejor manera, colocarse en la cabeza el pasamontañas negro, tomar su fusil y salir de la cuadra para dirigirse a la vivienda de su jefe. «Las cacerinas abastecidas con munición de guerra, están en mi cuarto», había musitado el oficial, al terminar de impartir sus instrucciones. El sargento Valdés sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras, «munición de guerra», confundidas en la última frase pronunciada por su jefe y paladeó la languidez que nace del miedo».