Autor:
CONSTANZA GOMEZ RUBIO,
RODOLFO GOMEZ CERDA
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Páginas: 96
Descripción:
Muchos de los republicanos españoles que llegaron a Chile derrotados y liberados de campos de concentración, traían como equipaje su pobreza y la esperanza. Con ellas se incorporaron a un país cuya gente los acogió con cariño, comprensión y solidaridad, con la simpatía que quizás sea la mayor que haya despertado una inmigración en el pueblo, que identificó su propia lucha con la que habían dado quienes huían del fascismo que ya amenazaba al mundo.
Y quienes reconstruyen su vida después de los campos de batalla no se sienten héroes ni hacen gala de serlo, sino que se enfrentan con la realidad aunque piensan que no todo está perdido y que la guerra mundial será el hecho que al final marcará el regreso. Mas para los vencedores de ella la España franquista no tiene la misma relevancia que el resto de Europa y es así como los sueños del retorno se esfuman. Entonces hay que hacer una vida a los veinte años, lo que no es fácil cuando recién se está empezando a avanzar hacia la adultez. Mucho menos cuando a esa edad se ha perdido una guerra y se ha dejado atrás una madre, un padre y hermanos a los que difícilmente se volvería a ver. Y si la destrucción de un puente cercena la remota posibilidad del reencuentro, dejándote aislado de tu mundo de la niñez y de la adolescencia, cómo enfrentas la vida nueva si lo has perdido todo, incluyendo tus propias raíces.
Sin embargo, cuando la misma guerra te abre las esperanzas y en ella te enamoras y comienzas el largo peregrinar que te llevará a un lugar ignoto, y te afirmas a la tierra y luchas ahora sólo con lo que la vida te ha entregado, formas una familia y el trabajo te fortalece, ya te has convertido en hombre.
Eso es lo que aconteció con el miliciano republicano, miembro del Quinto Regimiento, que partió al exilio y construyó en Chile su vida, la de su mujer y la de sus hijas. Más allá del testimonio del combatiente y del trabajador, está el hecho de haber alzado su existencia por sobre el sentimiento de derrota o de víctima de la historia o de su suerte. Los dolores, pérdidas y momentos de angustia vital son asumidos como parte de la existencia y no como resultado de circunstancias adveras, producto de un pasado doloroso. Y así como no te ves como héroe, tampoco te percibes como víctima de un hado.
Está la aceptación de su vida tal como la fue construyendo y reconstruyendo, en una historia que logra hacer confluir el pasado vivido, el recuerdo y la lucha contra el olvido, que da como resultado una existencia con dignidad y consecuencia aceptando cada uno de los desafíos y jugando a ser mejor cada día, sin renunciar a aquello por lo cual se incorporó a la República: la libertad, la justicia y los pobres. Porque su elección primera fue esa, y lo marcó para siempre.