Autor:
Finlay Winter
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Páginas: 2290
Descripción:
Nunca volverá. La guerra se lo llevó. Felipe es ausente más. Cuando Serafín culto que murió, en su corazón había sólo un vacío. Fue matado por americanos, o quizás murió porque tuvo que demostrar, demostrar que cuesta algo.
Serafina estuvo de pie en la roca sobre el océano de asalto y creyó que lo perdió para siempre. El viento terrible sopló, pero ni siquiera envolvió un cabo. El frío lo penetró desde dentro, y era imposible deshacerse de ello.
¡Perdió el amor! Sus rezos no ayudaron, las noches insomnes gastadas para un regazo no ayudaron. Preguntó a Blessed Virgin Mary sólo sobre una: ¿proteger a Felipe que fue para estar en la guerra con americanos y por qué sólo California era necesaria para ellos?!
Murió en Santa Fe. Relatado a su padre que Felipe fue matado en combate, protegiendo la ciudad de americanos. Allí también es sepultado. Nunca, no verá nunca más sus caras, no oirá su voz.
¡Y no cumplió con su última solicitud! Felipe pidió que esto fuera a España y esperar allí hasta que otra vez no se haga seguro vivir en California. ¿Quizás todo pasó porque sólo pensaba en sí? Decidió permanecer en Monterrey, no quiso esto fueron divididos en el océano. Y cuando los americanos vinieron, escondió la dote - oro que les ayudaría a comenzar la nueva vida con la cual tan a menudo soñaban con Felipe, que se sienta en esta roca. Felipe devolvería al héroe, y su padre no comenzaría a oponerse a su matrimonio. Tan contó a Felipe, besándolo en la despedida. Iban a construir la nueva casa, poner un jardín, criar a niños... Le prometió que todo esto será cuando vuelva.
Y ahora es ausente.
Se llevó el más importante de ello. Serafina se apenó y creyó que Felipe murió para sus pecados. Engañó al padre para arrebatar momentos de citas. Lo dieron al hombre antes de que su matrimonio fuera bendito por el Señor e iglesia. ¡Y el peor de todo el hecho que no lamentó los pecados rechazaron lamentar!
Pero ahora no tiene nada para esperar más. No hay esperanza. No hay amor. El Señor de viseras de Felipe en ello. Y, habiendo rechazado en qué confió en dieciséis años de la vida corta, Serafina levantó una cara al cielo y condenó al Señor.
Y luego saltó hacia abajo.
