El 21 de julio de 1946 fue tan tremendo en hechos luctuosos, que devino para sus protagonistas en ?irae dies illa? y para los familiares de sus víctimas en ?lacrimosa dies illa?. Para algunos, el rememorar ese momento y sus causas resulta aún hoy tan duro y terrible que es mejor enterrarlos en lo más profundo de la mente; para otros, más bien, es una paulatina catarsis. Entretanto, para investigadores, historiadores y novelistas, una lección útil para entender el devenir posterior de Bolivia, incluso hasta nuestros días. Espero que tal sea el poso que deje la lectura de estas Memorias Bajo Fuego.