Autor:
Jesus Nochero
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Páginas: 76
Descripción:
Atención: Contenido exclusivo para adultos. Puede dañar la sensibilidad de algunas personas.
Sara e Ismael son una pareja de jóvenes profesionales recién casada. Luego de una recepción en la empresa de Sara, la pareja recibe una extraña propuesta de parte de Gustavo Moreira, el joven y poderoso empresario que preside la compañía: si no quieren sufrir escarmientos deben aceptar los términos de un pacto de sumisión en el que Ismael entregará su joven y hermosa esposa a los deseos del empresario (y de cuantos él designe para hacer uso de ella)
Mientras deciden si aceptar o no, entra en escena el jefe de Ismael, un apuesto joven negro que gracias a la patente de un dispositivo de seguridad para revólveres ha amasado una gran fortuna. Luego de someter al miembro masculino de la pareja, queda sellado el pacto que Ismael irá poco a poco disfrutando, a riesgo de entregar su sexualidad y dejarse llevar hacia prácticas que nunca pensó que podía aceptar.
Incluye escenas de bisexualismo, sexo interracial, cuckold. Prohibido para menores de 21 años.
Extracto:
" Sabía que no tenía opción, ahora, que hacer lo que me ordenaba así que de pronto me vi mirando fijo, como hipnotizado, el pene negro que lentamente se iba hinchando y agrandando. Un aroma acre, a orina, sí, pero también a un sudor viril lo impregnaba y se desprendía de él. Tenía una magnífica verga. No había duda de eso.
- Ismael, haceme suavemente la paja con una mano y acariciá mis bolas con tu mano libre. Así, lo estás haciendo bien. ¿Te dijeron alguna vez que tenés manos de mujer?
- Si, señor -respondí, y me sonrojé con un rojo intenso.
No hay necesidad de avergonzarse, porque sos un tipo afeminado. No me molesta eso. Ahora quiero que beses y pases tu lengua por mi escroto. Así. ¡Si, así! Chupalas muy bien. Demostrá respeto por la pija que se folla a tu mujer y que no te deja hacer lo mismo.
Sus palabras me lastimaban, pero debía obedecer sus instrucciones.
De todos modos, no estaba tan mal lamer sus bolas. Sentía la piel de sus testículos contraerse al tacto de mi lengua, como por frío y al succionar y meter un testículo adentro de mi boca creía estar masajeando la fábrica de semen que alimentaba también a mi mujer. Aun cuando mi deber era chupar sus vergas solamente tres veces en la última semana, me habían entrenado para que lamiera y hundiera mi nariz en sus escrotos antes de mamar hasta la última gota de sus pollas.
Como la última vez, mi jefe me hizo moverme arriba de sus bolas y lamer hacia arriba, por el tallo negro y rígido de su verga hermosa, hasta la corona de su cabeza y la uretra. Se me había enseñado a insertar mi lengua ahi antes de engullir el enhiesto y brillante glande de color chocolate para luego succionar suavemente.
Luego de unos minutos en los que proseguí succionando con un ritmo lento y sostenido, mi jefe me tomó de los pelos de la nuca y lanzó una oleada muy caliente y pegajosa de semen en mi boca.
Me hizos saber que me lo estaba haciendo fácil, porque no quiso empujar el pene hasta el fondo de mi garganta, solo eyaculando en la parte delantera de mi boca hasta que ganara práctica en tragar el semen. Por cierto que su forma de acabar era muy copiosa y, a medida que se enfriaba en mi paladar mientras esperaba su orden de empujarla por mi laringe y esófago hacia el estómago, su regusto agrio y masculino me inundaba".
