Autor:
Daniel Lariviere
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(ayer: #356352)
Páginas: 3343
Descripción:
Encuentro cada amanecer en el bosque. El resplandor de los rayos solares que se defienden en el matutino, inspiran trabajar más que algo otro. Quiero el olor de la pinocha, quiero vagar entre la espesura espesa, quiero perderse en sus subsuelos, olvidando de todo en el mundo. El bosque es mi vida. Solamente él me comprende íntegramente y apoya, da aliento el deseo de vivir, pero aunque y soy condenada al trabajo sin luz en sus malezas, soy alegrado lo que puedo contemplar cada día la belleza de bosque.
Me llamo Dzhoanna. Aquí ya casi dieciocho años vivo en el Distrito ?7 ? el convento de los árboles voluminosos. Soy agradecida a la vida por lo que vivo en tal lugar hermoso. Salgo cada día al bosque y hablo con él. ¿Sobre que? Sobre que tiene que. La vida en mi familia no dulce, por eso siempre se encuentra en que quejarse. Desde aquel entonces, como empezaba a reconocerme como la persona, me siento desasosegado, superfluo en la familia.
La mamá se ha ido del padre y me ha dejado con, así nunca en muchos años y sin haber visitado. El padre se casaba con la mujer de nombre la Lira y a ellos ha nacido el niño general. En aquel momento me hacía no amada, pero útil por la casa. El Papa ha comenzado a bailar bajo la flauta de la Lira justamente después de la boda, con cada día concediéndome cada vez menos atención. Me hacía, más bien, la sirvienta, que la hija. Preparaba, borraba, cuidaba por el hermano menor, ponía en order por la casa, mientras que la Lira trabajaba sobre la serrería, y el padre bebía. Probable, por esto la mamá nos ha dejado ? por las dipsomanías del papá.
Por la única cosa, quien siempre escuchaba mis quejas, muchos años era el bosque. A veces me parece que solamente él es capaz de ayudar, dictar algo, curar las heridas cordiales y físicas.
- ¿Donde Dzhoanna? ? Gritaba la Lira a todo el patio. La colonia de las personas se encontraba aparte del bosque, por eso la madrastra sabía, donde tiene que buscarme y gritaba siempre a un lado los bosques con la esperanza de que la oiré. Tiene ocasión escucharme raramente sus exclamaciones indignadas, ya que gozando del canto de los pájaros, no notaba mucho los sonidos extraños. Aquí solamente tarde o temprano se aparecía el hermano y, es literalmente, por la mano llevaba a casa. Si antes debía simplemente hacer el trabajo de la casa, desde hace tiempo, también guardarlo. Este gesto por parte del padre podía significar solamente uno ? no me es posible ir al bosque. Así me han privado del último respiradero.
Poco a poco la Lira se ha acostumbrado también a la bebida y con el padre empezaban a convenir a un par cada día la fiesta. Al principio esto era tolerante, pero con el tiempo ha comenzado a asustar mucho, porque en nuestra casa empezaban a aparecer las mismas minas desconocidas, borrachas, tanto como los padres. La casa empezaba a convertirse en la pocilga, que tenía que arreglar constantemente mí de una.
Mi hermano menor el Trébol desde la infancia era concedido a él. A veces no sabía, donde él se pierde y que hace. Así la familia Meysonov empezaba a deshacerse. En realidad, nunca no teníamos familia, pero últimamente se hacía solamente peor.
- ¿A que diablo has preparado? ¿Que por el bodrio? ? Era indignada la Lira. Habitualmente se portaba así entonces, cuando quería tomar, y las casas de las reservas no restaba. El medio día habiendo estado parado cerca de la plancha, preparaba la sopa, que siempre resultaba muy bien y no podía ser de ningún modo el bodrio.
- Ud no , ? me he echado, continuando revolver en la cocina la sopa casi preparada.