Autor:
Adolfo Galeano
Ranking en Amazon: #631118
(ayer: #630085)
Páginas: 160
Descripción:
¿Qué es predicar la Homilía?
Para una Teología de la predicación
El Concilio de Trento impuso a los clérigos el deber de la predicación dominical, y luego el Vaticano II insiste todavía con mayor fuerza en esta tarea esencial de la Iglesia. No sólo porque señala que es una facultad propia de todo ministro ordenado, sino también porque coloca las bases para un desarrollo doctrinal nuevo.
Recogiendo las enseñanzas del Vaticano II, el nuevo Código de derecho canónico afirma: ?Entre las formas de predicación destaca la homilía, que es parte de la misma liturgia? (c.i.c. 767, n.1). Y el documento del Vaticano II sobre los presbíteros enfatiza que ?la eucaristía aparece como la fuente y la culminación de toda la predicación evangélica? (PO 5). De esta manera se señala la íntima y esencial relación que existe entre el sacramento y la homilía, que es ?Kerigma?, anuncio del Evangelio. Por esto mismo, la Instrucción Inter Oecumenici (26-XI-1964) define la homilía ?que ha de hacerse sobre un texto sagrado?, como ?la explicación, bien sea de algún aspecto de las lecciones de la Sagrada Escritura, bien sea de otro texto tomado del ordinario o del propio de la Misa del día, teniendo en cuenta tanto el misterio que se celebra como las necesidades peculiares de los oyentes?.
No basta que la homilía se inspire en la Sagrada Escritura, es necesario que ella misma sea expresión, comunicación de la Palabra de Dios. Así lo dice san Pablo: ?La Palabra de Dios, que vosotros habéis recibido por medio de nuestra predicación, no como palabra de hombre, sino como lo que es verdaderamente, como Palabra de Dios. Y esa Palabra de Dios está activa entre vosotros los creyentes? (1Ts 2, 13). Y en la Carta a los romanos, afirma: ?La predicación viene de la Palabra de Cristo? (Rm 10, 17b).
La homilía es un discurso humano en el cual y a través del cual Dios mismo habla y, por tanto debe ser escuchada y recibida en la fe. Por esto mismo, nuestro lenguaje humano no puede ser una predicación sino cuando sirve a la Palabra de Dios.
Hay predicaciones moralistas, humanistas, religiosas, y kerigmáticas o fundadas en la Palabra de Dios. Las moralistas se basan en una moral natural o socio-cultural; las humanistas se fundamentan en ideales de humanidad, y son por tanto ideológicas, responden más a una ideología cultural que al Evangelio. Por ejemplo, las predicaciones establecidas en los ideales y principios del marxismo, que buscan crear un determinado hombre y una determinada sociedad de acuerdo con los postulados de esa ideología. Las predicaciones religiosas se apoyan en el sentimiento religioso natural, hablan de los ideales religiosos del hombre y responden a una determinada concepción de Dios originada en el miedo, pues ordinariamente la religiosidad nace del miedo, de la conciencia de limitación y fragilidad del hombre, de los terribles interrogantes sobre el sentido de la vida, la muerte, el sufrimiento, el más allá. Ninguna de estas predicaciones están inspiradas en la fe y en la Palabra de Dios. Cuando una predicación brota de la fe y de la Palabra de Dios, entonces es verdadera predicación kerigmática, es servicio a la Palabra, porque a la Palabra se le sirve con fe o no se le sirve.
¿Se puede anunciar la Palabra sin tener fe? Pero, ¿cómo se puede tener acceso a la Palabra en la Biblia si no se tiene la fe? Pues la fe es la que nos posibilita el contacto con la Palabra. La Biblia puede ser leída como una obra de literatura universal y se puede tener acceso científico a ella. Pero para tener acceso a la Palabra de Dios que transmite la Biblia se necesita la fe. Una persona puede haber leído toda la Sagrada Escritura sin por eso haber entrado en contacto con la Palabra de Dios.