Autor:
Adolfo Galeano
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Páginas: 160
Descripción:
El Vaticano II destacó que el ?deber primero? de los presbíteros es ?anunciar a todos el Evangelio de Dios?, pues ?el Pueblo de Dios se congrega primeramente por la Palabra de Dios vivo? (PO, 4). Además de que la predicación es el medio principal para anunciar la doctrina cristiana (Ch. D., 13).
San Agustín había dicho que ?el Cristo verdadero es el Verbo y la carne? (In Ioan. Evan., 26, 12), a la vez que la tradición patrística hablada de las dos mesas: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía. Tal tradición la recoge el libro de la Imitación de Cristo que habla de ?la mesa del altar sagrado, con el pan santo, el precioso Cuerpo de Cristo; la otra mesa, la de la ley de Dios, que nos instruye en la verdadera fe y nos guía seguros, más allá del velo del templo, al santo de los santos? (IV, 11).
Cristo Jesús está presente en toda celebración litúrgica y es pan vivo que alimenta, tanto en la Palabra como en el Sacramento. Por esto también, los Padres de la Iglesia adoraban esta presencia en la Palabra con la misma devoción que les merecía el Sacramento, y la distribución del pan de la Palabra en la homilía exigía de ellos la misma fe y el mismo cuidado. Orígenes, en efecto, advierte a los fieles: ?Ustedes, a quienes está permitido acercarse a los santos misterios, recuerden cuán cuidadosa y reverentemente reciben el Cuerpo del Señor, teniendo cuidado de que ni siquiera la más mínima partícula caiga al suelo, y que nada del don consagrado se pierda. Si ustedes tienen tal precaución con su cuerpo... ¿cómo pueden pensar que sea menor falta tratar irrespetuosamente la Palabra de Dios?? (In Ex. Hom., 13, 3).
Así que la homilía que distribuye el pan de la Palabra exponiendo ?durante el ciclo del año litúrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana? (SC, 52) exige del presbítero la misma preparación y atención que se tiene para celebrar el Sacramento y distribuirlo a los fieles. La exhortación apostólica Cathechesi Tradendae plantea que ?la predicación, centrada en los textos bíblicos debe facilitar..., a su manera, el que los fieles se familiaricen con el conjunto de los misterios de la fe y de las normas de la vida cristiana? (CT, 48).
Es con el propósito de colaborar y ayudar de alguna manera, en esta tarea, a los anunciadores de la Palabra, que se ha publicado este libro. Pero no va sólo dirigido a los que anuncian la Palabra; pretendemos que sirva también a todos los fieles en su preparación para la celebración dominical, en su conocimiento de la Palabra del Señor, y en su aprovechamiento en el crecimiento espiritual, pues el mismo Concilio ha mandado que ?la mesa de la Palabra de Dios se prepare con más abundancia para los fieles? y que ?se abran con mayor amplitud los tesoros de la Biblia? (SC, 51).
El título del libro ?La situación humana a la luz del Evangelio? explica lo que nos proponemos decir: que la Palabra de Dios ilumina las sombras de nuestros conflictos y dificultades humanas y nos enseña cómo afrontarlas. Para ello recurrimos abundantemente a las citas bíblicas, pues san Jerónimo aconseja que ?la Palabra del presbítero debe estar condimentada por las Sagradas Escrituras? (A Nepociano 52, 8). Cada homilía está precedida por un título que pretende orientar sobre el enfoque general. Por ejemplo, ?¿qué se entiende por fin del mundo?? o qué relación existe entre la ?esperanza cristiana y la transformación social?, cómo ?Jesús cuestionó la forma de ejercer el poder político?, o cómo ?hacer fecundos el sufrimiento y la muerte?. Después del título viene el domingo del año a que corresponde y las citas de las lecturas propias de ese domingo.
Al final hay dos homilías complementarias: una relativa al matrimonio cristiano y otra para la fiesta de san Francisco de Asís, el cuatro de octubre. La homilía para los funerales la hemos colocado el dos de noviembre, conmemoración de todos los fieles difuntos.