Autor:
Earnestine Barbagallo
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Páginas: 929
Descripción:
El capítulo 1 de Morkos
En el último movimiento fue pegado por propias tonterías y vivo, aunque cortado, sacado gracias a una coincidencia afortunada ?
Hace cinco días en una de tabernas locales el comerciante de visita echó un vistazo. El dandi, probablemente, nunca oyó que en Rombad lordstvo existe la región de la Santa Halita donde la gente muy sombría y poco amistosa vive. Y, en vez de emplear un par de strappers para la protección y tener un resto silenciosamente, el comerciante malgastó el dinero y fue encajado como el último cerdo. Debería haber entendido inmediatamente que en la pieza tan apetitosa habrá no diez cazadores hambrientos. Bien y es natural, apenas el comerciante estaba en la calle, fue llevado ahí mismo en la siguiente puerta y con el placer matado. Era a tiempo justo a tiempo: el knifing sólo comenzó. Dicen que hasta los chacales y aquellos de alguna manera dividen la producción, y aquí la gente como si se rompió suelto. ¡La sangre fluyó una corriente! Bien, pienso, aquí va. ¡También conseguido con un cuchillo para agitar ? Aquí durye cabeza! Un borde se puso, el otro un puño en una cara fea ? sino también él no fue salvado. Voló hasta mí enérgico pequeño, toda la persona es pegada por la viruela y empujó un cuchillo en bordes.
Sentimiento asqueroso, le diré. Rueda en un suelo, escupe la sangre, y en usted diez piernas son pisoteadas abajo, también dan puntapiés, reptiles. ¡Un desconchado, un kurva tal, aplastó todos los dedos a la izquierda!
El escándalo absolutamente repugnante terminado ? apareció a tiempo Dormes strapper. Los tipos son serios, en hachas. ¿Qué a ellos ladrones con cuchillos oxidados? Fie ? y palpitar. Las águilas de Dormesova desmigaron todos en la col, sólo tenía suerte porque inmediatamente el mertvyaky pretendió ser ?
Habiendo pasado un jardín público del Sólo Tribunal, me escapé en una rampa de piedra abajo, a aguas residuales, suciedad y ratas. Inhalar un pecho lleno halitsky aire, frunció el ceño e hirió en la tierra. ¡Aquí él gritando el aroma de la pobreza de la cual hay un deseo de aclarar una boca y limpiar el tabaco de fosas nasales! El agua en canales era gorda, verde, casi inmóvil; sobre ello las moscas se apiñaron.
Cerca de un embarcadero ubogonky el lodchonka cubierto por la lona de la letanía pendió de una correa.
"¡Ah, Zhubar volvió!" ? mentalmente saludé al contrabandista y seguí el camino.
Las botas hasta el tobillo llegaron a la arcilla mojada contestando cada paso con un quejido repugnante. En destellos cercanos entre las casas campesinas la basura fue amontonada, gatos, perros y ratas lanzadas sobre allí. Con el placer intentó agarrar el uno al otro, desprendiéndose a piezas y llenando el aire del chillido ? generalmente, se comportó como la gente.
En la ciudad superior encendió lámparas ahora. En Halita es posible olvidar de tal lujo. Aquí ? el fondo. No hay lugar en todo el Norte peor. Vivimos en la cama "Del pequeño río malísimo" como la llamada el canal local, y despacio nos convertimos en la mierda. Nos hacemos relacionados, por decirlo así.
Habiendo subido la escala que cruje, me hice hueco en el incómodo, ido a la portería de piezas. El olor rancio de grasa para lámparas todavía se elevaba en el aire; a pesar de una cosa repugnante, al menos martilló un hedor inevitable de la humedad y un molde.
Habiendo tirado un impermeable mojado, se elevó por el desván y, habiéndose abrigado en una manta más densamente, fue llenado en el embutido - a través de la cama.
"¿Quizás mañana llevará?"
