Autor:
Violeta Velasco
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Páginas: 54
Descripción:
Me resulta muy divertido pervertir a mi marido. Estaba intentando encontrar satisfacciones fuera y no me detuve a pensar, que tengo mucho que disfrutar aun de mi Paco. Podría ser la última oportunidad. Me encantaría estar con él en un intercambio de parejas, en un gran jacuzzi. Me excitaría su cara cuando viera lo que otros hacen conmigo, como se pone loco un hombre entre mis tetas. No veo preparado a mi marido para enfrentarse a una escena como la de la cala y el francés. ¡Esa es muy heavy!
Lo que no sé, es si a él le resultará igual de divertido verme a mí, como a cualquiera de sus amiguitas golfas. Ya que folla por ahí, que lo haga delante de mí, no sé si podré soportarlo, acercarme a estos pensamientos me pasan a la zona oscura de mi mente, aquella que un día quedo sin bombilla de luz y ya jamás puse. Llevaba mucho manteniendo un equilibrio entre las realidades. La mía, la de Paco, y la nuestra en común. ¡Allí ya éramos una aldea!, demasiada gente saliendo y entrando de nuestras vidas de puntillas.
En esta ocasión, ni yo era Mari ni él Paco.
Los dos nos comportamos como dos extraños. Nos tocamos como de nuevas y nos miramos sin prejuicios ni vergüenza, dándonos morbo.
Paco me miraba con esa mirada de vicio que sólo usaba para la calle, seria por no mancillar a su princesa. Pero es que la princesa en la sombra es sólo una mujer más.
Desabroché su camisa sacando bruscamente los faldones, le arañé el pecho de arriba a abajo mientras le metía la lengua de 6 centímetros que saqué. Me arrodillé dónde mismo estábamos en mitad del pasillo mirándolo muy sumisa, le abrí la bragueta y comencé a darle bocaditos sobre los slips.
Utilicé aquel truco que me enseñó el comecoños; abrir la boca y echarle el vaho fuertemente y bien caliente para terminar dándole bocaditos seguidos cada vez más fuertes.
Marqué mi territorio con rojo territorial, rojo sediento. Los mordí y se los bajé hasta las rodillas dónde ya estaban sus pantalones. Estaba a ras del suelo como una gata a los pies de Paco; portándome realmente como la Divine Marie, María de la noche; La Nuit.
. Mi tanga era un montón de hilos que se entrecruzaban derecha e izquierda como una red, dejando ver todo lo que hay debajo, y que separándolos descubrían todo mi sexo. Me agarró del culo y le quité las manos de un manotazo;
?Come.
Se acercó despacio con las manos a la espalda, sin rozarme ni un centímetro de piel y agradecido al fin, comenzó a beberse el flujo excitante metiendo la lengua entre hilos...
Del Libro Loca Infiel.