Como si el mundo del circo fuera apenas una proyección del nuestro, esta novela logra que lo carnavalesco, lo grotesco y lo ficcional se integren a lo cotidiano e íntimo.
Lima, julio de 1831. Se inician las celebraciones por el décimo año de la independencia del Perú, y el Circo Cielos Americanos, trashumante y bastante venido a menos llega a Lima. El dueño del circo quiere aprovechar la visita a la capital para salvar al circo de la bancarrota, llevando a cabo diversos planes que involucran a sus principales estrellas: el hombre más fuerte del mundo, la mujer barbuda, el tragafuegos y la trapecista de quince años de cabellera rubia, a quien hace pasar por princesa rusa e intenta casar con el aristocrático y extravagante coronel Juan de Alcázar y Benavente. Si bien hay muchas referencias históricas, la novela está lejos de ser un retrato de época, pues está centrada en el mundo íntimo y atemporal de los trabajadores del circo, en los vínculos de amistad y solidaridad que los unen.
"Y sintió un dulce sabor de aventura al reconocer que seguía aferrada a su trapecio pero que su cielo era ahora el azul brumoso del planeta y ya no más el de la carpa desteñida del circo. La Trapecista siguió avanzando por el Jirón de la Unión y reconoció que necesitaba volver al circo. Quería ver mujeres barbudas, magos sin conejos, payasos llorones, elefantes nostálgicos..."