Autor:
Enrique Martínez
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Páginas: 227
Descripción:
Enrique es un joven español que, gracias a la fortuna heredada por ser uno de los pretendientes al trono de su país, estudia en Inglaterra. Debido a un desengaño amoroso decide marcharse a Alemania para seguir con la tesis doctoral, de modo que el relato empieza en ese lugar en 1933 coincidiendo con el discurso de la toma de rectorado por parte del profesor Martin Heidegger, quien será el director de su trabajo. Vive el auge del nazismo y es capaz de discutir sobre ello con el docente, argumentando su posición en contra aun sabiendo que él está a favor. Encontrará el amor, aunque será breve ya que ella se marchará a Estados Unidos y a él le abandonará, un año después, el filósofo por lo que se quedará vacío y decidirá marcharse a París donde tiene una casa. Aunque allí es conocido como Leopoldo Aparicio para evitar su historia, su intención es pasar desapercibido pues sus padres y su hermano fueron asesinados y él se libró porque no estaba en ese lugar y en ese momento. La historia dice que fue un accidente fortuito, la realidad es distinta, pero no le da muchas vueltas. Asume quién es sin tener que decirle a nadie más que a quien él cree conveniente.
Un año después ya en la capital francesa sigue de algún modo con su trabajo filosófico, pero no le llena así que empieza un diario personal y de pensamiento. Su lugar de inspiración son los Campos de Marte al lado de la Torre Eiffel, monumento que admira, donde conocerá a un niño de la calle. Su nombre es Marcel y acabará por adoptarlo, lo cual será una de las mejores decisiones que habrá tomado. Más adelante, cuando ya sólo importa su hijo, se encontrará con los viejos fantasmas del pasado. El amor que le hizo huir de Inglaterra aparecerá en Francia. Ella también es española, de un lugar llamado Fuenterrabía en el País Vasco, su nombre es Saray Arandia pero debido a su altanería se hará llamar Sarah Arnold. Casada con el hijo del duque de Wellington, John Carnegie, le importará al principio la posición que mantener, pero eso le acabará dando igual. Verá en Enrique un ejemplo de paternidad, lo que ablandará su corazón y le hará preguntarse por qué no quiso estar con él cuando pudo hacerlo. Ha madurado. Para más inri, su marido no ejerce como tal lo que le hará empezar una relación con el chico español, algo que desea desde siempre.
Serán felices hasta los rumores del golpe de Estado de julio del 36 en España. Antes de eso Enrique se ha afiliado a un partido que combate el fascismo, contribuirá con su fortuna y hasta que se plantee el grupo de voluntarios para ayudar a la República él no se tomará en serio lo de combatir por la libertad de su país, aunque ya habrá coqueteado con las revueltas y el conflicto tiempo antes con los sucesos de Asturias y Cataluña. Entonces no se fue por la chica a la que ama, que consiguió detenerle. No así en julio cuando comienza la Guerra Civil. Defenderá Somosierra, la Casa de Campo, estará cerca del río Jarama, viajará a tomar Belchite y volverá a defender Madrid en los últimos coletazos del conflicto perdido. Acabará, por tanto, encarcelado y torturado por los fascistas en alguna cárcel de la capital de España. Allí descubrirán quién es en verdad, pero no podrán hacer nada por él ya que Hitler lo reclama como un agitador político y tiene que ser deportado en virtud de un acuerdo hecho cuando los alemanes ayudaron a los sublevados.
De camino en el tren tendrán un accidente provocado por un grupo de resistencia francés, lo cual le ayudará a escapar de los nazis. Pasará un tiempo en un pueblo cercano a Toulouse consiguiendo dinero para volver a París e intentar llegar a Londres, pero en la capital francesa le espera una sorpresa y una nueva vida.