Irene ha encontrado un nuevo trabajo. Siente que ese puesto de recepcionista en una clínica de fisioterapia la sitúa en el camino correcto. Ver a su compañero Carlos trabajar a diario con gente afectada por graves lesiones la hace comprender que ser fisioterapeuta es cuanto quiere, y se ha propuesto conseguirlo. El único inconveniente hasta el momento es Víctor, su jefe, con quien no ha tenido un comienzo cómodo. Ni siquiera corriente.
Se han besado, y eso lo complica todo, así como la existencia en la vida de Víctor de una mujer llamada Bárbara. Irene desconoce que Víctor intenta recomponerse de las secuelas de una catástrofe. Víctor desconoce que el verdadero huracán está a punto de arrasarlo.