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Páginas: 190
Descripción:
Cuando yo era chico no existía la TV y por lo tanto tampoco los videojuegos. Nuestros juegos eran juegos de imaginación personal o colectiva.
Por supuesto que no inventábamos todo, pero nuestros héroes eran héroes sin rostro. Eran los héroes de nuestros libros. A mí me gustaba la ciencia ficción y en esa época decir ciencia ficción era sinónimo de Julio Verne. Casi se podía decir que no había otro.
La lectura de un libro (solo texto, en blanco y negro y sin sonido) es mil veces más formativa que la observación de un video (color, de alta definición y con sonido estereofónico de 7.1 canales). En aquel se exacerba la imaginación y en este, la imaginación se deja de lado. Un libro es siempre diferente de acuerdo a quien lo lee. Un video es siempre igual a si mismo.
Mucho después y cuando ya no me quedaban libros de Julio Verne por leer, me topé con un libro de Isaac Asimov y reviví todos esos buenos momentos de mi niñez, en un entorno más científico pero igualmente novelesco.
Cuando en mi bendito país, los malos gobiernos , destruyeron la industria electrónica, que yo había ayudado a construir, tuve que pensar seriamente a qué dedicarme. Y el tantas veces lector, se convirtió en autor y profesor de temas técnicos relacionados con la electrónica. Pero siempre pensé que alguna vez tenía que escribir una novela de ciencia ficción, recreando el estilo de mis dos autores preferidos, que ya habían dejado este mundo. Y por fin me di el gran gusto. No se si mi novela se hará famosa o si sólo la van a leer mi familia y mis amigos. Solo sé que me entretuvo mucho escribirla durante mis largas vacaciones en guayacan (una playa de la República bolivariana de venezuela).Esta novela, es lo que mis autores preferidos llamaban ?un futuro posible?. Todo lo que en ella se describe puede ser posible porque está basado en alguna realidad existente en el momento de escribirla. Me tomé la molestia de escribirla tal como aprendí en mi niñez, de modo que eduque además de entretener. Y traté de emplear las palabras más simples para que pueda ser leída y comprendida tanto por grandes como por pequeños. Mis autores preferidos escribían pensando en sus lectores y jamás trataron de impresionar por su erudición literaria. Yo quise hacer lo mismo. Ojalá que lo haya logrado.