Autor:
Jesus Nochero
Ranking en Amazon: #0 (ayer: #0)
Páginas: 46
Descripción:
MATERIAL EXCLUSIVO PARA ADULTOS
Luego de diez años de matrimonio, Sara descubre que Alejo, un marido sexy, activo y ejemplar en todos los aspectos relevantes de la vida, la engaña cada vez que emprende un viaje de negocios.
La sensación de estar viviendo lo inesperado la carcomerá hasta que otro suceso repentino cambie el curso de las cosas: un accidente automovilístico la precipitará, todavía joven, deseable y muy rubia, en brazos de un apuesto doctor negro que guiará la recuperación de su marido.
El castigo que imponga Sara a Alejo será amargo, caliente y cremoso.
EXTRACTO
"Amor, te voy a dar una sorpresa. Quiero que sepas que desde ayer, cuando me enteré y el doctor me confirmó que me ponías los cuernos, he decidido tomar venganza no ya de los cuernos que se que me pusiste, o sea tres veces, sino de diez años de infidelidad. Por eso, el doctor con su verga de caballo me ha follado ayer repetidas veces y hoy me va a tomar como una puta delante tuya, para que aprendas.
No esperaba algo así. Definitivamente no. Cerré los ojos y gruñí. Sabía que Sara hablaba en serio. Durante todo este tiempo había sido una mujer medida y correcta. Este tono de voz y estas palabras eran algo totalmente nuevo.
A contiuación, el doctor comenzó a abrir la blusa de mi mujer desde atrás, con la barbilla descansando en sus hombros. Sara solo tenía debajo unas medias, una tanga negra y un corpiño haciendo juego. Ella temía mirarme, me daba cuenta, pero así y todo unía su boca a la del negro y lo besaba, con la lengua y apasionadamente. Fueron avanzando, él apoyándola desde atrás, acariciando su panza, sus tetas, su vientre, hasta que Sara quedó a orillas de la cama y se sentó en el borde. Solo entonces pude ver el inmenso falo del delincuente que se decía médico; una enorme verga negra del grueso del antebrazo de un bebé de ocho kilos. Ella movió la cabeza nuevamente, para no enfrentarse con mi mirada mientras fijaba su vista en el falo henchido y enorme que tenía a centímetros de su boca. Me descolocó su voz entonces, tanto como lo que iba a seguir:
Mirá, amor. Creo que la pija del doctor es bastante más grande que la tuya. ¿O será que lo estimula cojerse a la mujer de otro que no puede moverse? ¿Quizás a ti también te dio placer follarte a la esposa de otro, no?
La metió un poco en su boca, como para humedecerla, y la desproporción de tamaño entre el glande del negro y la boca de mi esposa era tan impresionante como la de un gatito comiendo un mango, la masa de carne ingresaba trabajosamente en la boca de ella, con las mejillas sonrosadas y absolutamente adorable, para mi desgracia. La odiaba por el tipo de venganza que se estaba tomando sobre mí, y más cuando me encontraba indefenso. Los muy astutos habían apartado los timbres para llamar enfermeros, corrido las cortinas y la traba de la puerta."